En este contexto, la pedagogía de la emergencia permite adaptar la enseñanza de manera inclusiva, asegurando que se aborden tanto las necesidades emocionales como las académicas de cada estudiante. Este enfoque, basado en la metodología Waldorf, está diseñado para niños que han vivido eventos traumáticos. Sus pilares incluyen actividades artísticas como teatro, música y pintura, que les ayudan a expresar sus emociones y recuperar su estabilidad. En nuestra clase, la dramatización del impacto de la DANA permitió experimentar de forma vivencial cómo estas herramientas educativas generan empatía, alivian el estrés y restauran la capacidad de aprender.
Como señaló Dewey (1916): "La educación no es preparación para la vida; es la vida misma". La pedagogía de la emergencia no solo repara el daño emocional tras una crisis, sino que transforma el aprendizaje en una herramienta para crecer y superar adversidades. Implementar estos métodos nos invita a construir aulas más humanas y solidarias, donde el aprendizaje sea, ante todo, una experiencia de vida.
En conclusión, la pedagogía de la emergencia va más allá de lo académico, tocando lo humano. ¿Estamos preparados para transformar la educación en una herramienta de sanación emocional?
Dewey, J. (1916). Democracy and education: An introduction to the philosophy of education. Macmillan.
No hay comentarios:
Publicar un comentario